Estos complejos turísticos combinan toda la tradición y las características de los típicos cortijos andaluces con las zonas de acampada, lo que permite realizar, en la mayoría de los casos, múltiples actividades de agroturismo que van desde observar cómo se cuidan los animales domésticos hasta cómo se teje o se cuida de un huerto. La tranquilidad también se encuentra asegurada en ellos.