Tras casi ochocientos años de dominio musulmán, Almería pasó definitivamente a manos cristianas en 1489. El cambio de credo vino acompañado por la construcción de numerosas edificaciones religiosas, que hoy salpican el casco antiguo de la ciudad.
Iglesias y conventos conforman el perfil de la ciudad moderna, un patrimonio que, pese a guerras y terremotos, ha perdurado hasta nuestros días. La Catedral, los conventos de Santo Domingo (hoy iglesia de la Virgen del Mar), Las Puras, Las Claras, las parroquias de San Juan, Santiago o San Pedro el Viejo (actual iglesia del Sagrado Corazón de Jesús) serán los nuevos centros religiosos en el siglo XVI.
Al igual que la Alcazaba es el emblema de la ciudad islámica, la Catedral-Fortaleza lo es de la Almería cristiana. Mandada construir tras ser destruida por el terremoto de 1522 la primitiva catedral, ubicada sobre la antigua mezquita mayor (actual Iglesia de San Juan), fue emplazada de nuevo en el arrabal de la Musalla. Gótica tardía en el interior, destaca el exterior por su recio aspecto de fortaleza, a causa de las frecuentes invasiones de piratas berberiscos. Además del claustro neoclásico y las portadas renacentistas de Juan de Orea, a Fray Juan de Portocarrero se debe la torre, concebida como del homenaje, y se le atribuye el Sol de Portocarrero, símbolo de Almería.
Posteriores son las iglesias de San Sebastián o San Pedro, la ornamentación barroca del convento de Las Puras y, ya en el siglo XIX, las portadas de la iglesia de la Virgen del Mar, la iglesia de San Roque y la ermita de San Antón.
Visitas que enriquecerán nuestra vista y nuestro espíritu, que nos harán retroceder a aquellos tiempos en los que la piedra se moldeaba con los ojos puestos en el cielo, para crear obras que sólo pueden catalogarse como divinas.